El escudo de gas que protege al mundo se quiebra por sus extremos. Mientras, la comunidad internacional trata de contener el tamaño de un agujero detectado desde 1990 sobre la zona del Polo sur de la capa de ozono, las últimas mediciones de los expertos de «Meteored» advierten de un hoyo «quizá inminente» en el eje de rotación opuesto: sobre el hemisferio norte, en 2022.
Cuando estos rayos ultravioleta impactan directamente contra la Tierra, existen efectos para las personas, como el riesgo de cáncer o las quemaduras en la piel, pero también la destrucción de algunas moléculas del ADN. Además, también se ha podido comprobar que la disminución de la capa de ozono hace también que el crecimiento de las plantas y cultivos sea menor, así como la producción de plancton y de la industria pesquera.
Ser conscientes del problema
Ese temor «de que el cielo cayera sobre sus cabezas», resulta que procede del mito del dios celta Sucellus («El que golpea bien») protector de las cosechas y del alcohol. Su nombre procede del vocablo gaélico «cellos», cuyo significado es «golpear», una característica reforzada por el martillo con el que siempre se le representa y con el que puede golpear la Tierra para hacerla fértil. En ese sentido, no sé si el ser humano tiene ese temor…sólo sé que la contaminación del aire y los factores meteorológicos, las condiciones climáticas también actúan como un factor clave en el surgimiento de los agujeros en la capa de ozono. En este aspecto, el vórtice polar que es un gran área de baja presión y aire frío que rodea los polos de la tierra, en 2021 se ha mantenido fuerte, estable; y aunque pensemos lo contrario, estas no son buenas noticias para la resistencia de la capa de ozono. «En marzo de 2020 se dio una situación muy parecida en el que la velocidad de destrucción del ozono estratosférico superó al de su regeneración»; aquel fue excepcionalmente intenso y dio lugar a un agujero «con una magnitud nunca medida sobre el Ártico».
El programa Copernicus monitorea la capa de ozono utilizando modelos de computadora y observaciones satelitales, y aunque la capa de ozono está mostrando signos de recuperación, el Copernicus dice que no se recuperará por completo hasta la década de 2060 o 2070. Esto se debe a que llevará tiempo ver los efectos de la eliminación gradual de los clorofluorocarbonos (CFC), que agotan la capa de ozono. Los productos químicos fueron regulados por primera vez por el Protocolo de Montreal, firmado por primera vez en 1987. Se espera que se eliminen gradualmente para 2030, según la Agencia de Protección Ambiental.